miércoles, 7 de diciembre de 2016

El accidente.

Martes, 22 de Noviembre, Elefantito cumple 5 meses y paparockero y yo hacemos dos años casados.

Es un bonito día, nos hemos levantado todos de buen humor, después de comer tenemos planeado hacer Skype con la abuela que es su cumpleaños y nos espera un día relativamente relajado.

Pasamos una mañana jugando tranquilamente, bueno, todo lo tranquilamente que se puede jugar con un pequeño que quiere empezar a gatear, llega el cartero con un par de paquetes para paparockero y llega la hora de la siesta. Ya sabéis que nosotros colechamos, así que está acostumbrado a acostarse en nuestra cama.

El peque se duerme enseguida protegido por una barrera de almohadas, y yo me meto en la cocina. Preparo la comida sin mayor problema y cuando queda un minuto para apagar el fuego empiezo a escuchar un leve quejido, señal de que ya se está despertando.

Mientras retiro la comida del fuego escucho un chillido que me pone los pelos de punta. Etel nunca grita (o gritaba) con dos meses lo hizo una vez dormido, pero ni se despertó. Me dirigí al dormitorio y me encontré que mi bebé estaba en el suelo. Os podéis imaginar el tremendo susto que me pegué.

En media milésima de segundo le tenía entre mis brazos y estaba examinándole la cabecita para ver si tenía sangre o algo alarmante. Cuando conseguí calmarle y yo conseguí tranquilizarme por fin ya le miré más detenidamente, avisé a paparockero de que si veía que el niño se comportaba raro o no estaba tan activo como suele ser me le llevaría al médico, avisé también a mi madre, por si no podíamos hacer Skype al final.

Ventajas de que mi madre trabaje en el hospital es que en un momento me dijo que aparte de un comportamiento extraño estuviera atenta a los vómitos o a si aprecía fiebre.

Después de un rato de mimitos ya quería que le dejara en paz y bajarse al suelo a jugar.

A lo largo del día estuve vigilando su cabezita a ver si le salía chichón y revisé su cuerpito un par de veces en busca de moratones, pero nada oye. Ni rastro de marcas.

Paparockero tiene la teoría de que, como aún no gatea, pero ya se desplaza como los cangrejitos fue agarrándose a la sabana hasta que llegó al suelo, por lo cuál no fue una gran caída. Dicha teoría explica también el por qué yo no oí ningún gople.

Aunque finalmente no pasó nada, y después de ese día ha habido unos cuantos cocotones más, producidos por los intentos de gateo, no sabéis lo mala madre que me sentí, sobre todo ese día, el día siguiente ya no tenía tanto sentimiento de culpa, pero la angustia que tuve durante las primeras 24 horas no se la deseo a nadie.

La parte positiva, que la hay, hemos conseguido que nuestro elefantito se eche las siestas en su cuna, aunque por la noche sigue acabando en la cama con nosotros.

Desde aquí quiero decir a todas las mamis primerizas que habrá momentos en los que lo haremos mejor, otras en las que no tanto, que todos tenemos descuidos y días de más estrés, pero no olvidemos que nuestros bebés están diseñados para sobrevivir a sus padres. Ánimo.


2 comentarios:

  1. Madre mía qué susto. A mí también me pasó, más o menos con la edad del tuyo. Y casi me da algo. Le salió un buen chichón morado pero sin más. ¡Menos mal!

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    1. Es ley de vida y se van a seguir cayendo de aquí a unos cuantos años, pero el susto no te lo quita nadie ;)

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