miércoles, 30 de noviembre de 2016

Por qué no quiero comprarle un andador a mi hijo.

Ahora que babyEtel ha cumlido los 5 meses todo el mundo nos pregunta por qué no queremos comprarle un andador.

Os diré la verdad, cuando fuimos a España todo el mundo nos preguntaba que queríamos que nos regalaran, y la verdad, yo no soy de pedir cosas, según yo no tengo por qué pedirte algo en concreto si no sé, primero si entra dentro de tu presupuesto, y segundo si tu tenías una idea totalmente opuesta sobre lo que querías regalarnos, así que una tía de paparockero nos propuso hacer una lista en bebitus y nos pareció una idea excelente. La habitación del niño en Berlín realmente estaba vacía, tenía un armario, una cómoda, un par de peluches que eran nuestros y algo de ropa, esas eran todas las cosas del pequeño.

En la lista había un poco de todo, unos walkies con cámara, una cuna de viaje, porque habíamos decidido ir cada verano con el coche y no todos los hoteles tienen, un saltador para la puerta, una trona, un andador...

La cuestión es que nos íban a mandar lo que ubieran elegido diréctamente a Berlín en un pedido conjunto para ahorrarse los gastos de envío y los amigos de paparockero decidieron regalarnos el andador, un andador precioso por cierto, con forma de avioneta, la gran pasión de paparockero es aprender a pilotar algún día así que venía que ni al pelo.

A las dos semanas o así de estar de vuelta en casa me entró la curiosidad y me puse a buscar información sobre el andador, cuándo podría empezar a usarle sin peligro para su columna y todo eso, indagando en varias páginas llegamos a la conclusión de pedir que nos cambiaran el regalo. ¿Por qué? Había webs en las que decían que era un buen entretenimiento para los bebés y que les ayudaba a fortalecer las piernitas, pero en otras decían cosas no tan positivas sobre ellos. Uniendo los puntos, las opiniones y utilizando la lógica decidimos que era mejor renunciar al andador y llegado su momento igual plantearse comprar un centro de actividades.

Llegamos a ésta conclusión por tres sencillos motivos:
  • Para aprender a andar hay que caerse, así de sencillo, hay que tener consciencia de que no vas a ir por la vida sujeto por cuerdas y que debes aprender a mantener el equilibrio por ti mismo.
  • Si no tenemos una consciencia del suelo no sabemos si hay algo delante de nuestros pies que nos pueda hacer tropezar y que debamos aprender a esquivar.
  • Debemos poder ver nuestros pies para aprender a moverlos con soltura, tenemos que saber que después de un pie va otro y ver como hemos de colocarlo correctamente para aguantar mejor el equilibio y conseguir que en el siguiente paso no nos vallamos directos al suelo.

A parte, bajo la opinión de varios expertos el uso de un andador cuando un bebé aún no es capaz de andar por si solo es contraproducente, para ellos es una manera fácil de desplazarse, por lo que se acomodan a que con el mínimo esfuerzo van a recorrer la distancia que se proponen, por lo que cuando conlleve más trabajo no van a querer recorerla, y si a eso le sumamos el miedo a caerse no es una buena mezcla.

Definitivamente, no quiero comprarle un andador a mi hijo porque quiero que empiece a andar cuando él se sienta preparado, quiero que aprenda que nos caemos para aprender a levantarnos y que los grandes progresos de la vida se hacen con esfuerzo. El día de mañana es probable que le compre un centro de actividades, que básicamente es la misma idea que el andador, pero sin ruedas, el niño estará de pie, agarrado por arneses, podrá fortalecer las piernas sin cansarse demasiado y entrenará el equilibrio del tronco mientras se divierte con los juguetes, pero no le compraré un andador porque no quiero que una de las primeras cosas que aprenda es a ir por el camino fácil.

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